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Recuerdo cuando me repetiste tantas veces que yo era libre de hacer lo que quisiera. Y recuerdo la última vez que me dijiste que me fuera ya, libre, como siempre.

Lo único importante a saber hoy y siempre es que nada importa realmente, todo es respirar y disfrutar. Lo único que importa es eso de lo que nunca te has preocupado verdaderamente, darle el tiempo a esa caminata que tan reprimida te tenías, a la que no le habías dado el tiempo por priorizar los quehaceres "más productivos". De sentir el rocío una tarde de equinoccio de primavera y oírle con qué énfasis cuenta sus experiencias más bonitas, como comparte esos pensamientos tan suyos y te incluye en su mundo. Caminar entumecida por cualquier calle, reconfortándote con el calorcito del metro. Conversar con la gente cansada de la micro, y darte cuenta del por qué de su cansancio, descubrir que también son humanos que sienten y sonríen si sabes llegar a ellos. Jugar con los perros mojados de la calle, esos que mueven sus colitas y te salpican toda el agua.

Hace falta recordar que en realidad nada importa.