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Yo quería ser princesa, pero me dijeron que eso solo ocurría en las páginas muertas de los libros de fantasía. Yo quería ser exploradora, pero me persuadieron de que eso era un oficio reservado para hombres. También quise ser súper heroína, pero esa ilusión se quedó en los cómics. Yo quería ser solo una niña, pero me vinieron con un cuento llamado madurez que no acabé de entender. Yo quería hacer feliz a la gente, pero me dijeron que era mucho trabajo si se hacía así de filántropo no más. Siguiendo el consejo anterior quise cobrar por hacer feliz a la gente, ya que al parecer el cobrar por cosas ínfimas en este lugar era bien visto, pero me dijeron que eso aquí tenía un nombre muy feo, comenzaba con P creo y era mal vislumbrado. Quise ser una sicópata, pero había mucha competencia. Quise ser nadie, pero hasta nadie tiene más identidad y seguridad que yo. Al final quise ser simplemente yo, pero me dijeron que siendo yo misma no llegaría a ningún lado, me dijeron que intentara ser una cínica, o una hipócrita, o una insensible, o todas juntas, quizás así podría surgir. Lo intenté, pero vi la clase de gente que tenía estas cualidades y me espantó, prefiero seguir siendo una niña sin ese cuento de la madurez, o una princesa en mi propia fantasía, o hacer feliz a la gente sin cobrar porque con la felicidad es imposible lucrar, hay cosas dentro de ella que son invaluables. Ya me da igual si me desgasto.-