Comprenden ~
26/12/08
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La rutina nunca le acomodó mucho, aunque claro al principio (como en todas las cosas) esta misma le apasionaba de sobre maneras, ahora solo la soportaba y hasta por ahí.
Todos los días era la misma historia, a determinada hora de la tarde debía tomarse su rubio pelo en un tomate inmaculado, ponerse su malla rosa acompañada de su tutú desteñido y maltrecho por el tiempo, se calzaba sus zapatos rosa de punta de madera y los entrelazaba sagradamente hasta antes de la rodilla, se subía a su escenario, su pose profesional, se abría el telón y a girar y girar por el espacio al son de una melodía pegote y popular…
Harto aburrido y duro es el trabajo este, ahora entiendo por qué mi bailarina se escapó de mi cajita musical.
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