Supieras como se siente esto de sentarse a recibir el rocío de las olas al reventar con las rocas. Relajarte con el suave vaivén del mar, tan ajeno a ti. Hasta que llega y te suplica que la salves. Yo le digo que nada puedo hacer. Me grita que deje de pasar tantas horas mirando los cuadros de Monet y que vuelva a la realidad, yo le contesto que mi realidad está con Monet. Se pone iracunda. Toma el papel de victimario, recoge el revólver que está sobre la chimenea, lo carga, busca a la victima, posa el arma sobre su sien y dispara sin remordimiento, ella cae, yo caigo, nosotras caemos.
Yo despierto por quinta vez en la noche en un cuerpo que es ajeno a mí y ella me dice que me diagnosticaron trastorno de ideas delirantes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario