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Estoy parada en el más vólatil escenario, dónde se presenta esta divina comedia, todos son espectadores y actores a la vez sin saber muy bien cuál es su papel. Improvisan, no hay guión, no se requiere tampoco, el día a día te da las pautas y se lanza, algunos se toman muy a pecho el teatro, otros lo internalizan demasiado y en un momento dado ya no pueden salir del personaje, por qué sí, son personajes.

Se baja el telón, pero el show continúa, debe continuar, por siempre (como dicen mis zapatillas amarillas!). algunos saben su parlamento solamente, otros el del alter, y los menos los de todas las partes, esos son los mejores, porque ya pueden preparar un contra diálogo a cualquier homilía que les den y así dejar en jaque a la contra parte que solo sabe responder de acuerdo a sus pautas...

Me entretengo bastante, sobre todo cuando se vuelve predecible. como ahora.