No era necesario rebuscarse mucho, ni nombrar a Magritte o a Miró ejemplificando con el único fin de dárselas de intuido en el tema. Era tan simple como tomar la 401 y bajarse en la plaza que estaba eternamente en remodelaciones y ahí, al frente de la potencia capitalista de hamburguesas, podías encontrarlo: era alto, de pelo largo y ondeado que le caía ligeramente sobre el rostro, con facciones esculpidas por los estupefacientes, unos ojos inciertos, pero observadores y un cigarro atrapado entre sus labios, siempre. En el suelo podías encontrar lo que buscabas, surrealismo preferentemente, pero también a la creatividad del consumidor. A mí en lo personal el que más me llamó la atención fue el menos pomposo, era solo un círculo con un punto en su centro…
- Alquimia… y de la más pura.-
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