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Hoy es uno de esos días donde el cielo se confunde con el mar y los atardeceres se cuelan por entre las ramas de algún árbol violable. Donde el frío se vuelve un detalle y los pensamientos cumplen el papel de los atardeceres ultrajando al ocio. Son demasiadas pocas cosas presentes en mi cabeza las que me colapsan, el hecho de no tener de qué preocuparme, y mucho menos tener nada en qué pensar… eso, y solo eso me altera de una manera hostigosa. Hoy es uno de esos días donde dices mejor no, donde te cuestionas las cosas y se vuela la imaginación, porque quiero pensar que es solo imaginación, de esa inútil y poco colorida.