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Ed en su desesperación se fue a ocultar en el refrigerador de la cocina maltrecha. Quería escapar de las miradas de reproche, de las indirectas odiosas y de la retórica sin argumentos. Quería sentirse, escucharse y entenderse. Las críticas habían socavado su espíritu de libertad y no podía seguir con eso. Estaba tan magníficamente conforme que no se lo creía, tal vez recién ahora comprendía que algunas cosas se le daban muy fácil. Pero era un elefante morado con rubor, eso lo hacía especial, para algunos de buena manera, para otros de la peor posible… nunca le importaron los prejuicios, o rumores, pues lo seguirían siendo hasta que se demostrara lo contrario, pero le apestaba la situación de ahora, pues, aunque no quiera aceptarlo, no eran las miradas de reproche, ni las indirectas odiosas, ni las retóricas sin argumentos lo que le reventaban y lo tenían en esta situación. Era él y su afán de no creerse el cuento lo que lo martirizaba, eso de sufrir por las cosas para sentirlas más amenas cuando las consigue, ese estúpido pensamiento masoquista era el que le tenía así: escondido en un refrigerador intentando escapar se si mismo… pero ya llegará el día en que sus pensamientos lleguen a consenso, yo le tengo fe a Ed.